¡Reinventemos la cultura escolar!

El Exceso De Trabajo No Te Convierte En Un Mejor

No se puede negar que la idea tóxica que rodea el trabajo y la productividad de los docentes persiste, lo que contribuye a la fatiga de los docentes. Es hora de dejar de glorificar las horas extras como una insignia de honor.

En el campo de la educación reina una cultura tóxica que asocia el exceso de trabajo y la calidad de la enseñanza. Sus horas extras y deberes fuera de clase no deben verse como un honor, sino como un problema sistémico que conduce al agotamiento. Atribuir esta situación al contexto de la pandemia sería fácil, pero esta idea está muy arraigada y es hora de cambiarla.

Nadie cuestiona la necesidad del trabajo duro en la enseñanza. Es raro que terminemos nuestro día con todas nuestras tareas cumplidas. Sin embargo, debemos reconocer que siempre habrá más por hacer. Esta es la razón por la que muchos de nosotros sacrificamos nuestra salud física y mental al trabajar mucho más allá de nuestras horas de contrato. Nos desgastamos corriendo hacia una línea de meta que se aleja constantemente.

La cultura escolar puede marcar una gran diferencia aquí. Si se espera que los docentes tengan una gran carga de trabajo, pero también deben asistir a reuniones durante su tiempo de planificación, esto no es normal. Al adherirse a los períodos de planificación programados, los maestros tienen tiempo en su día escolar para trabajar y pueden encontrar un mejor equilibrio entre su vida laboral y personal, lo que reduce la fatiga de los maestros.

Índice de contenidos
  1. La presencia o ausencia de niños en el hogar de un maestro no determina su carga de trabajo.
  2. La productividad fluctúa: no espere trabajar siempre al mismo ritmo intenso.
  3. Su valor como maestro no depende de su carga de trabajo y, si su administrador piensa lo contrario, es hora de cambiar de escuela.
  4. Compararse con sus compañeros no sirve de nada.
  5. Puede preocuparse por sus alumnos y no hacer lo correcto.

La presencia o ausencia de niños en el hogar de un maestro no determina su carga de trabajo.

Reescribamos esta idea tóxica sobre la enseñanza y el trabajo, tantas veces escuchada y que requiere una nueva perspectiva. Es incorrecto decir que un maestro con niños no puede ser excelente y trabajar a su gusto. Es fundamental revisar nuestro enfoque de trabajo. Los maestros sin hijos no necesariamente trabajan más o más duro que sus contrapartes padres. Más bien, necesitamos administradores que creen sistemas que funcionen para todos los maestros, brindando la flexibilidad para hacer nuestro trabajo mientras cumplimos con nuestras responsabilidades fuera de la escuela. Nunca podemos saber lo que alguien está llevando encima de su carga de trabajo docente. Tengamos hijos o no, todos merecemos un equilibrio entre nuestra vida profesional y personal.

La productividad fluctúa: no espere trabajar siempre al mismo ritmo intenso.

Necesitamos desafiar los elogios que se nos dan como maestros, como "los maestros siempre hacen un esfuerzo adicional" o "los maestros son superhéroes". En realidad, somos seres humanos, sujetos a resfriados, noches inquietas o ganas de relajarnos frente a Netflix. Hay días en los que hacemos multitud de tareas antes del desayuno, planificamos nuestras lecciones para la semana e incluso lavamos la ropa.

Nuestra productividad fluctúa. Por eso es fundamental tener en cuenta nuestro estado personal antes de elaborar nuestra lista de tareas pendientes. Es imposible estar siempre en la cima de nuestra productividad todos los días. Al imponernos este estándar constante, nos exponemos a la decepción, al agotamiento profesional y físico. Lo importante es dar lo mejor de nosotros, teniendo en cuenta nuestra motivación y nuestro bienestar físico y mental que varían cada día.

Su valor como maestro no depende de su carga de trabajo y, si su administrador piensa lo contrario, es hora de cambiar de escuela.

Es posible que haya notado que su administrador lo apoyó mucho cuando llegó temprano a la escuela y se quedó hasta tarde. Letras como "Sé que puedes manejar esto" o "Pensé que eras la persona perfecta para enfrentar esto" te hacían sentir como uno de los mejores maestros de la escuela. Te enorgullecías de trabajar horas extras, considerándolo una señal de honor.

Sin embargo, pensándolo bien, nos damos cuenta de que eso significaba que no tenías límites y que tu administrador sabía que aceptarías trabajo fuera de tu horario contractual. Tu administrador no te considera el mejor maestro solo porque trabajas demasiado, sino porque no dices que no. Avant de vous précipiter à l'école tôt le matin ou de rester dans votre classe jusqu'à ce que tout le monde soit parti, posez-vous la question : le faites-vous par choix personnel ou pour impressionner un administrateur qui a déjà quitté el edificio ?

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Compararse con sus compañeros no sirve de nada.

Cuando vemos nuestras horas extras como una insignia de honor y asumimos que cada maestro debe pasar tanto tiempo en el trabajo como nosotros, estamos alimentando una dinámica dañina. Todos somos diferentes en términos de productividad, sistemas y límites. Al principio, cada tarea lleva más tiempo. Por lo tanto, es fundamental no comparar sus comienzos con los de los demás. Sigue tu propio camino, céntrate en descubrirte a ti mismo y a tus hábitos de trabajo.

Puede preocuparse por sus alumnos y no hacer lo correcto.

Al elegir ser maestros, elegimos preocuparnos por nuestros estudiantes. El dinero, la fama o el respeto no son las motivaciones que nos empujan a esta profesión. Reescribamos la historia: si hacemos lo correcto sin cuidarnos, ya no podremos preocuparnos por los demás, especialmente por nuestros alumnos.

Dejemos de glorificar la inquietud y la resiliencia. Si nuestros alumnos nos ven trabajando constantemente o quejándonos de nuestro constante cansancio, seguirán nuestro ejemplo. No queremos que nuestros estudiantes asocien su valor con su productividad. Mostrémosles cómo cuidarnos, cómo descubrir nuestra propia productividad y las formas de trabajar que mejor nos funcionan.

En última instancia, la mejor manera de reescribir la historia de la productividad tóxica en la educación es decir la verdad, enviar un mensaje social y aprender a decir "no".

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Por julio mason: Profesora de inglés americano y coach educativa de aprendizaje semipresencial y personalizado.

* Este artículo está traducido del inglés y adaptado por nuestro equipo de Latiendadelprofesor. (Fuente)

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